Londres es de esos destinos que todos pensamos que conocemos solo viendo las películas. El acento británico, la arquitectura, las costumbres, la educación. Y creo que también es de los destinos que esta en esa check list de lugares a los cuales ir en un primer viaje a Europa. ¿no?

Bien, y así fue. Londres fue uno de nuestros últimos destinos. Y escribo este post desde mi balcón, en el día 63 de la cuarentena obligatoria, con la vista de una Iglesia que me traslada a mi viaje a Europa cada vez que la veo. No se por que razón esta fue una de las ciudades que quise dejar para el final. Me produjo tantas, pero tantas cosas que me cuesta definir por dónde empezar a escribir.

Apenas llegamos sentí miedo. Miedo porque no sabía para qué lado tomarme el subte ni cuál. Nunca pensé que una ciudad tenga tantas lineas y tantos destinos. Mi inglés siempre fue regular, pero aún así no lograba entender lo que decía el alta voz. La gente iba y venía, con un ritmo acelerado.

Pero llegamos. Llegamos al hostel con mucho mucho frío. Esta fue mi primer experiencia en hostel y por momentos deseaba que sea la última. Pero gracias a este lugar, pasamos la Navidad rodeada de gente hermosa, que estaba en la misma situación que nosotras, personas con las que sigo teniendo contacto y las pienso y siento un mimo en el corazón.

Las personas que uno conoce en un viaje, no se por qué razón, nos dejan muchas cosas. Una historia de vida, una filosofía, un mensaje, un aprendizaje.

Recorrimos cantidad de museos (en uno estuvimos casi todo un día, literal) barrios, lugares conocidos, lugares desconocidos, de todo.

También compramos mucha ropa. Mucha comida. Muchos regalos. El día después de Navidad, en Londres hay descuentos tremendos. Todo el mundo está en la calle como loca. A tal punto que Lucre perdió dos bolsas y nunca se dio cuenta.

En fin, creo que Londres es una ciudad que no a todos les pega igual. Yo sentí que cada lugar era distinto, como si en vez de recorrer una misma ciudad estuve recorriendo distintos países. Desde los castillos, los lugares underground, los monumentos, los spots de películas, los colectivos, los subtes, los parques de diversiones, todo. Absolutamente todo me sorprendía cual nena chica.

Londres se ganó un lugar en mi corazón.