"¿Alguna vez sentiste que el tiempo se frena cuando estas con alguien?"


Así empezó el mail que me llegó de los chicos. Ya hace unos cuantos meses, apenas empezó la pandemia, decidí hacer un concurso de amor. Sentía que las parejas estaban pasando por un momento muy tenso, donde la incertidumbre y las ganas de celebrar su unión se habían puesto en juego por un factor externo de manera muy abrupta. Es por eso, que decidí regalar la cobertura de su boda a la historia que más me movilice. Y de alguna manera, entre tanto caos, yo me empapaba con historias dulces con la impronta de cada pareja, y a la misma vez, las motivaba a seguir creyendo en esas ganas de celebrar y no bajar los brazos.


Quería que cada uno se reencuentre con la esencia de su amor, de lo que los unió, a pesar de la tormenta que estaban pasando.


En fin, Maca & André fueron los que se ganaron mi corazón sin dudarlo. Y después de varios meses, voy a compartir junto a ustedes su historia. Me siento en el compromiso de aclarar que fue el, Andre, quien la escribió, lo cual lo hace aún mas hermoso. (Y es que por alguna rara razón, siempre somos las mujeres las que damos el paso de contar historias de amor)

Primer año de novios, 2011

Viaje a chile con la familia de Maca, 2013, un año antes de separarse

Y estas, fueron las dos preguntas que les hice..


  • ¿Cuál es su historia?


"¿Alguna vez sentiste que el tiempo se frena cuando estas con alguien? ¿Mariposas en la panza? ¿Qué te duelen las mejillas de tanto sonreír y ni siquiera sabes porque sonríes, solo basta con mirar a los ojos al otro? ¿Qué un abrazo con esa persona es tu lugar seguro en el mundo? Sentimos eso hace 10 años, si, como adolescentes aun nos sonrojamos cuando nos decimos “te amo”.


Nos conocimos de pequeños, adolescentes. Íbamos al mismo colegio pero nos conocimos en un cumpleaños de 15 de una compañera de ella. Su mejor amiga, que era hermana de un compañero mío, estaba ebria esa noche y ella en un intento por buscar ayuda me pidió que la ayude a cuidar a su amiga. Esa noche pasamos el resto del cumpleaños charlando en un banco afuera de la fiesta, solos con la luna de testigo, y su amiga dormida a un lado. Después de esto dejamos de tener contacto por un tiempo, hasta que no se bien porque nos volvimos a escribir y comenzamos a chatear por MSN casi todos los días. Hasta que una madrugada de mucho frio, jugando le decía que iba a ir a su casa, ella no me creía. Para su sorpresa fui. Éramos dos niños, sonriendo y presumiendo, fue la primera vez que la besé.


Ahí empezó una historia bastante larga y revuelta. Yo tenía 17 años y ella 16, era la primera relación de noviazgo de ambos (un dato curioso es que ella insiste con que como nunca le pedí que seamos novios no tenemos una fecha de inicio, por suerte a ninguno le preocupa mucho eso de los aniversarios). Duró 4 años. Años de emociones muy intensas, buenas y malas, pero por sobre todo de un amor que no tenia reparos. Hablábamos de una familia, de una casa y de muchos proyectos juntos. Soñábamos un futuro juntos pero éramos niños, estábamos aprendiendo lo que era amar, ser dos, cuidar y acompañar. Crecíamos y experimentábamos, todo era nuevo y complicado.


Nos amábamos demasiado pero crecer juntos nos estaba lastimando, solíamos repetir “Sos el amor de mi vida pero te conocí en el momento equivocado, te tendría que haber conocido a los 24”. Así, decidimos terminar la relación con el sueño y la esperanza de alguna vez volver a encontrarnos, ya con la madures suficiente como para acompañar este amor de la mejor forma. Pocas cosas me dolieron tanto como esa última charla entre miles de lágrimas, abrazos y declaraciones de amor, pero yo estaba seguro de que solamente era un hasta luego.

Pasaron los años y al principio ella insistía con volver, yo no quería, sentía que no estaba listo. Era inevitable, siempre volvíamos a encontrarnos, muchas veces intencionalmente y otras tantas sin querer, pero cuando pasaba era como si nunca nos hubiéramos separado. Era sonrojarse, mimarse, cuidarse y sentir que nos tomábamos vacaciones de la vida, despojándonos de los escudos y solo limitándonos a vivir el inmenso amor. Nos amábamos, nos odiábamos, nos acercábamos y nos distanciábamos. Tuvimos otras relaciones pero nunca dejamos de encontrar un momento en el que nos encontrábamos pensando en el otro, y siempre había una buena excusa para acercase. Un amigo, una canción, estar ebrio un sábado a la noche, todo servía. Hasta que ya después de 3 años no supe más de ella y así pasó un año sin tener contacto.


A 4 años de esa última charla donde llorábamos abrazados diciéndonos todo lo que nos amábamos, mi mejor amigo, amigo suyo también, me cuenta que ella se estaba mudando a Buenos Aires y se iba a casar. No lo podía permitir, había dejado pasar demasiado el tiempo, la iba a perder para siempre. Ella se recibía de su carrera y se iba, faltaban un par de semanas para eso, tenía que actuar rápido.


Mi mejor amigo organizó un asado de despedida para ella, yo no estaba invitado pero fui. Sabía que la quería recuperar pero me costaba demasiado por lo que me hice el lindo y no me acercaba a ella. Enfiestada, se puso ebria y me saco a bailar. Me desarme, se me desconfiguró todo, como cada vez que ella me miraba. Terminamos bailando y riéndonos, como siempre, como si no hubiera pasado ni un día de esa charla en el banco del cumpleaños de quince. Le dije que se vaya conmigo esa noche, ya nos íbamos pero su mejor amiga (que se ocupaba desde hace 4 años en mantenerla lejos de mí) tuvo un golpe de cordura y se la llevó.


Ese fin de semana con la ebriedad como excusa le escribí, hablamos por la madrugada y quedamos en reunirnos a hablar el domingo por la noche. Yo estaba seguro que mi objetivo era recuperarla pero tenía mucho miedo, ella estaba comprometida. Esa noche hablamos, toda la noche hasta el amanecer. Ella el viernes de esa semana defendía su tesis, por lo que solo me pidió “tregua” hasta que rinda, ya que no quería mas preocupaciones esa semana. No solo accedí sino que me ofrecí a ayudarla a estudiar. Durante la semana, cada noche iba a mi casa (donde vivo con mis padres) a estudiar, repasar y recitar la defensa. La acompañaba.


Llegó el día, ella se recibía y su novio estaba camino a Santiago para festejar con ella. Acordamos no hablar durante ese fin de semana, ya que ella tenía mucho que festejar y resolver. Así pasó, se recibió pero no contaba con que ella se las ingeniara para hacer pasar la caravana del festejo por la puerta de mi trabajo, donde ella me miraba desde la calle y yo desde la puerta del negocio, orgulloso y feliz, amándola en cada sonrisa.


Luego de esto, ella empezó a posponer su partida, dándome tiempo de recuperarla. Nos veíamos a escondidas del mundo, después de todo lo que sufrimos por el otro nadie apostaba a que estemos juntos. Además, ella aun tenía novio. Meses después decide terminar su relación e intentar estar juntos otra vez.


Volvimos a estar juntos, al fin, pero como claramente no podía ser tan sencillo ella con todos sus miedos decide poner fin a eso tres días antes de mi cumpleaños. Me rompió el corazón, pero si ella estaba bien así, yo la entendía.


Dos meses después, nos cruzamos en la calle. Ella salía de una inmobiliaria, feliz porque estaba alquilando su primer departamento para mudarse sola pero no le duró mucho la soledad. Ese fin de semana, ebria cual adolescente fue a buscarme a mi casa a la madrugada, con la excusa de que había perdido a su hermana en el boliche, que tenía miedo y que no la encontraba. Me levanté y fuimos a buscarla, la encontramos pero luego al llevarla a su departamento me invitó a pasar. No había muebles, solo un colchón en el piso. Esa noche dormimos juntos en su casa, que a partir de ese día pasó a ser nuestra casa. Al día siguiente todo había cambiado, volví a mi casa a buscar mis cosas y me fui con ella. Pasamos un año viviendo juntos, viviendo el amor que siempre nos tuvimos, siendo enormemente felices. Un amor sano, libre, feliz, de compañía y entendimiento. La convivencia era lo mejor que nos podía haber pasado, pero nos teníamos que volver a alejar. Esta vez era un nuevo desafío, seguir juntos a la distancia, a 10 mil kilómetros de distancia. Ella se iba un año a Barcelona a estudiar y yo me quedaba aquí. De una cosa estábamos seguros, nuestro amor era invencible, iba a ser duro pero estábamos dispuestos a lo que sea por estar juntos.


En enero fui a visitarla, no daba más, la extrañaba demasiado. Pasaron muy rápido los días pero la última noche antes de mi regreso fue muy especial. Hablamos de casarnos, como dos niños planeamos el casamiento de nuestros sueños, hicimos lista de invitamos, planeamos como seria la fiesta, la fecha, las bandas, los juegos, todo. En ese momento yo entendí que era real, que por fin iba a pasar, que nos casábamos pero para ella todo era una broma, era parte de nuestros sueños y proyectos juntos para algún día.


A los días de mi regreso a Argentina, hablando del mal entendido decidí formalizar la propuesta, mandándole una propuesta un poco más seria, porque de verdad quiero casarme con ella y tener juntos una hermosa familia. Así, el 14 de febrero le envié a su departamento en Barcelona un ramo de flores, chocolates y una tarjeta, que entre todos los te amo que decia le preguntaba si quería casarse conmigo. Dijo que sí.


Y acá estoy, escribiendo esto en medio de una pandemia, esperando que todo termine rápido para que se haga más rápida su vuelta y volver a besarla, como el primer día, como hace diez años, porque simplemente es el amor de mi vida y la amo."

Su reencuentro, Cordoba 2017

Previo a la partida de Maca, 2019

Reencuentro en Europa, 2020

  • ¿Cómo sueñan su boda?


"Soñamos con una boda donde todos sonrían, bailen y se diviertan mucho. Cada amigo y familiar es protagonista de un pedacito de nuestra historia, por lo que queremos que sea una celebración de nuestro amor y nuestra historia con cada uno involucrado. Queremos abrazos, lagrimas por montones y mucho mucho amor. El resto, es decorado."

Foto del momento de la propuesta de Andre a Maca, a distancia, un 14 de febrero del 2020.

Hoy, después de siete meses de este mail, Maca & Andre pudieron reencontrarse en Argentina, abrazarse y disfrutarse. Aún no sabemos si su boda se va a llevar a cabo cuando quieren o si la pandemia va a atrasar ese plan, pero de algo estoy segura, y es que esta pareja se lleva el premio por luchar y luchar.


Gracias chicos, por esta historia hermosa.

Pauli.