Salimos desde Buenos Aires en un vuelo rumbo a Tucumán. Era la primera vez de ambas en el norte de Argentina. Yo conocí de más chica algunas provincias, pero como todo viaje de niños, no lo recordamos mucho. Llegamos a la capital de Tucumán, una noche de lluvia fuerte. La muchacha del Airbnb nos atendió con una calidez de otro mundo, creo que estuvimos una hora charlando. Esa misma noche nos fuimos a cenar a una cervecería con un amigo de la ciudad, Javi. Y al siguiente día, buscamos el auto que alquilamos, y empezó la aventura de ocho días. Nos tocaron días de lluvia, días de mucho sol y calor, días nublados, de todo. Recorrimos la capital y sus puntos mas comunes, seguimos por el famoso camino de Tafí del Valle, hasta llegar a Cafayate y luego a Salta. Ahí estuvimos unos días, y después seguimos camino a Purmamarca, Tilcara y las Salinas Grandes. Doy fe que lo mas lindo de todo este viaje, es el camino. Las ciudades en sí también tienen su magia, pero la variedad de colores y texturas que observé en el camino fueron impresionantes. Por suerte mi compañera de aventura me tenía la paciencia suficiente para ir frenando cada vez que quería retratar lo que estaba viendo.

Y la gente, la gente también le dio su toque. En cada lugar que paramos, ya sea para comer o para hospedarnos, pudimos sentirnos como en casa.

Norte, que lindo que sos.