Ella es Emilia. Una mujer que decidió confiar en lo que su interior decía. Una mujer que dijo “no, basta, lo mío es esto”. Una mujer que afrontó los sacrificios que implicaba darle bola a esa voz interior, pero muy segura de sí. Emi, es una artista. Ayer tuve el honor de poder documentarla en su pequeña cueva, su cable a tierra, su propio templo. Pude observarla mientras pintaba, en su estado de paz y tranquilidad. Me permitió ver su recorrido y pudo expresar en palabras la relación con sus pinturas. Y una vez más, adhiero a que elegí una profesión que me permite aprender y amar más la vida. No solo porque me vuelve loca la idea de mostrarles el detrás de tan lindas obras, si no que la cantidad de cosas que me transmitió Emi ayer, se resumen en lo siguiente: “uno es, lo que uno se permite ser, depende de uno mismo el límite” gracias, Emi, una vez más.