Después de esta sesión volví a casa sin miedo. Volví con ganas de ejercitarme, de gritar y de luchar por lo que quiero. Volví con ganas de quererme y de conocerme más y más. Volví con ganas de VIVIR! Volví agradecida y con satisfacción, porque una vez más la vida me muestra que me trajo para retratar. No me canso de repetir que aprendo de cada persona que observo. Ella es Flor, una dulce mujer que conocí apenas me mudé a Buenos Aires. Compartimos una jornada laboral en la cual hacíamos una campaña de ropa interior. Casi dos años después, nos volvemos a cruzar pero con un pequeño en camino y su familia, Bebe y Helena. Más que fotos, fue una charla. Una charla en la que intercambiamos situaciones de la vida, bolitas de pelo y mates. Una tarde en la que Flor, me demostró que si se quiere, se puede. Y que vinimos al mundo siendo uno, solo hay que aprovecharlo.