Siempre acompaño mis fotos con la historia que hay detrás, pero con Silvi, no se por dónde empezar. El proceso que vivimos juntas desde el momento que intercambiamos mails, hasta el día de los retratos, fue un crecimiento enorme para mi. Hubieron cafés. Hubieron mensajes, Hubieron cartas. Hubo conexión. Y es que para mi de eso se trata, conectar con la persona que está del otro lado, ponerse en su piel por cinco segundos e interpretar rápidamente todo lo que está viviendo para poder retratarlo desde un punto de vista externo. Con Silvi pude llegar lejos. Pude sentir su dolor, sentir su lucha y sentir su amor. Un amor propio, de esos que la vida nos enseña a los golpes. Esta mujer que ven acá, es inmensa. Todos lo somos, en realidad. Pero ella no sólo es inmensa por todo lo que es, si no también por querer retratarse en un proceso. ¿Quién pudiera, no, tener ese coraje? Gracias Silvi, por ponerme la piel de gallina y por enseñarme tanto. Y al final, sólo pensando en lo que me hiciste sentir vos a mi, este texto fluyó. Gracias.